SILENCIO
En memoria de la niña Esperanza
(Provincia de Jujuy, Argentina)
https://www.aciprensa.com/noticias/descansa-en-paz-esperanza-bebe-argentina-simbolo-de-lucha-provida-fallecio-60243
Inevitablemente
contemplé el espejo
y vi reflejado en él,
dos agujeros huecos,
parecían estar evocando
algo parecido
a mortecinos ojos,
intenté llenarlos
más no pude
se habían vaciado
contemplando
el callado dolor del mundo.
Vomité bilis,
y supe
que la hora del veneno
había llegado,
ya no importaba
el origen
de todas las cosas,
el hierro estaba candente
quemándome
las manos.
Era mucho para un solo día,
decidí salir
buscando la huelga de hambre,
y los árboles
viéndome pasar
con mi tristeza
a cuestas,
arrancaron sus propias raíces
y dijeron
<te acompañamos>
y los pájaros
viéndome pasar
con mi dolor
a cuestas,
arrancaron sus propias alas
y dijeron
<te acompañamos>
y la luna y el sol
arrancaron sus propias alas
y dijeron
<te acompañamos>
y la luna y el sol
viéndome pasar
con un cortejo fúnebre,
se pusieron de sangre
y dijeron
<te acompañamos>
y los peces
se pusieron de sangre
y dijeron
<te acompañamos>
y los peces
viéndome pasar,
árida mi fuente
y con la sed de mi alma
a cuestas,
saltaron a la tierra
y dijeron
<te acompañamos>.
Y lloré un río,
lloré un mar,
lloré un océano,
hasta vaciarme
y quebrarme el alma entera,
pero mis lágrimas
no perdonaron,
el dolor muerto
de la orilla,
y dijeron
<te acompañamos>.
Y así salimos por el mundo,
proclamando
una huelga de hambre,
con trozos humanos
servidos en bandejas,
habían sido descartados
en una bolsa cualquiera,
éramos pocos,
no éramos suficientes,
y lo descabellado
ganaba,
y el infanticidio ganaba,
y la hambruna ganaba,
y las guerras ganaban,
pero seguíamos siendo pocos,
tocando
como una orquesta
desarticulada
una entristecida nota,
tocábamos
un silencio
que sonaba a marcha fúnebre,
réquiem para un sacrificio,
que como un aquelarre de brujas
no perdonaba.
Nunca supimos
a que obscuro dios
se ofrendaron esas
implacables manos,
que se sumergieron
en el inocente útero
y sin piedad lo desgarraron.
De pronto el aire
viéndonos pasar vencidos
detuvo su ventisca,
los pocos que éramos
estábamos
rendidos,
agotados,
sin nada
que se pareciera a nada,
portando
un sonido marchito,
como un desquiciado toque
de flautas mancilladas,
envueltas en el sopor
de un pantano pestilente.
El aire que nos vio pasar
arrastrando las cadenas,
compadeciéndose
de nosotros
pobres impíos,
quiso sumarse,
<los acompañaré>
nos dijo
y ya más nunca
nadie
respiró el oxígeno,
todos se sumaron al aquelarre,
tras arrancar de si,
aquello que ya no amaban,
pero a pesar del dolor,
no sabían que aún
lo necesitaban,
para volver a ser humanos
y dejar de ser
solo bestias
ahorcando
el amor y el respeto
con sus inmundas
e implacables manos.
"El amor del mundo
se había ausentado
y el pequeño
pájaro solo cantaba
el dolor de saberse despreciado,
el pequeño pájaro
solo cantaba el dolor
de saber
que jamás
volvería a ser amado,
quién le había
otorgado la vida,
también se la había quitado".
saltaron a la tierra
y dijeron
<te acompañamos>.
Y lloré un río,
lloré un mar,
lloré un océano,
hasta vaciarme
y quebrarme el alma entera,
pero mis lágrimas
no perdonaron,
el dolor muerto
de la orilla,
y dijeron
<te acompañamos>.
Y así salimos por el mundo,
proclamando
una huelga de hambre,
con trozos humanos
servidos en bandejas,
habían sido descartados
en una bolsa cualquiera,
éramos pocos,
no éramos suficientes,
y lo descabellado
ganaba,
y el infanticidio ganaba,
y la hambruna ganaba,
y las guerras ganaban,
pero seguíamos siendo pocos,
tocando
como una orquesta
desarticulada
una entristecida nota,
tocábamos
un silencio
que sonaba a marcha fúnebre,
réquiem para un sacrificio,
que como un aquelarre de brujas
no perdonaba.
Nunca supimos
a que obscuro dios
se ofrendaron esas
implacables manos,
que se sumergieron
en el inocente útero
y sin piedad lo desgarraron.
De pronto el aire
viéndonos pasar vencidos
detuvo su ventisca,
los pocos que éramos
estábamos
rendidos,
agotados,
sin nada
que se pareciera a nada,
portando
un sonido marchito,
como un desquiciado toque
de flautas mancilladas,
envueltas en el sopor
de un pantano pestilente.
El aire que nos vio pasar
arrastrando las cadenas,
compadeciéndose
de nosotros
pobres impíos,
quiso sumarse,
<los acompañaré>
nos dijo
y ya más nunca
nadie
respiró el oxígeno,
todos se sumaron al aquelarre,
tras arrancar de si,
aquello que ya no amaban,
pero a pesar del dolor,
no sabían que aún
lo necesitaban,
para volver a ser humanos
y dejar de ser
solo bestias
ahorcando
el amor y el respeto
con sus inmundas
e implacables manos.
"El amor del mundo
se había ausentado
y el pequeño
pájaro solo cantaba
el dolor de saberse despreciado,
el pequeño pájaro
solo cantaba el dolor
de saber
que jamás
volvería a ser amado,
quién le había
otorgado la vida,
también se la había quitado".
Berkanaluz
www.alasrotaspoesia.blogspot.com
La imagen fue tomada de internet
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