-Críptico-
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Todos quieren cruzar el desierto
huir de las soledades
que los ciñen
escapar de la sequía
del alma
que los abraza
como una segunda piel,
dejar de ser
quienes son
y mudar
hacia la beatitud
de la inocencia
pero es muy tarde,
nada de lo que sucede
se comprende
y duele
y avergüenza.
Todo ha comenzado a evaporarse,
el entendimiento
los recuerdos
la memoria
el agua
la tierra
convertida
en una callosidad permanente
llena de dolores,
de boca abierta,
con sed,
pidiendo un poco de clemencia
suplicando
dejar de ser pisada brutalmente,
abusada
saqueada
contaminada.
¿Y que hay
del poder de una Duna
en el desierto?
Alzándose ésta imponente
vertical
invencible
sin huellas
sin caminos
en esas grandes extensiones
sin nada,
sin voces
sin miradas
sin piernas
sin maldad extrema
sin santidad renegada.
¿Y que?
Como comprender el críptico,
ese vacío
esa aparición imprevista
de árboles
y agua
en medio de la nada,
que de pronto
comienza a ser explotada
hasta su propia extinción.
Como comprender tanta belleza
proveniente
de la despojada tierra
a la que matan con granadas,
y ella continúa
reponiendo igual
su belleza
en esa extensión árida
de una duna
magistralmente inmensa,
erguida
como una colosal pared
acunando ese verde
y ese reflejo del cielo
en esa agua bendita
venida
no se sabe de donde,
¿o será
que debajo de la tierra
hay algo
que aún desconocemos?
Quizás un poder mayor
en todo su apogeo,
o quizás una poderosa
consciencia
emitiendo un alerta,
un llamado
para retornar urgente
a la edad
de la inocencia.
Pero seguiremos así
sin comprender
las infinitas posibilidades
de la bondad,
de la entrega,
ese dar hasta que duela
y contemplar pasivamente
como alguien
tarde o temprano vendrá
a derribar
esos pocos árboles
en medio de la nada,
por unos pocos pesos
o quizás muchos,
no lo sé.
Este mundo
desgraciadamente
se ha construido
en base a las "verdades"
que veneran
unos cuantos locos extraviados,
y aunque parezcan
muy cuerdos
y correctos
continúan jugando
por diversión
con las jeringas,
inmunes
a cualquier
beneplácito coherente
y no es un virus,
es la droga
sobornable
de la desidia,
de la maldad imponente,
de esos gritos que nadie escucha
pidiendo clemencia
por el fin de las guerras,
de los que mueren
sin haber nacido,
de los que nacen
para morir
muy pronto en el camino,
como el bosque triturado
por las motosierras
para excavar caminos
arrasando el árbol
la raíz
y la semilla.
¿Y que?
Eso la duna lo sabe
por eso se levanta imponente
en medio del desierto,
sabiendo que la maldad
negocia a cada paso
oro
y plata
por la destrucción
y la muerte,
corriendo la misma suerte
pueblos
bosques
desiertos
animales
y personas,
porque cuando el hombre
excava un camino,
allí tarde o temprano
se instala la codicia
la maldad
y la muerte.
Daniella Bossio
BerKanaLuz.
Imagen de la red
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