EL POETA ES...
El poeta es a veces un espejo donde se refleja la silueta de sí mismo, sin rostros que puedan condenarlo, sin voces que puedan torturarlo, sin pieles que puedan tentarlo, sin amores que puedan empañarlo.
Él es a veces una sombra que va huyendo de su propia vacuidad, a veces quiere encontrarse y no lo logra, a veces quiere morirse en un instante, para luego renacer en cada amanecer invocando el olvido.
El poeta es a veces un reflejo donde ha de habitar la nada y él quisiera aferrarse a todo; todo lo que huye de él y lo atormenta, todo lo que a él quiere buscarlo y no lo encuentra, porque se esconde debajo de las piedras para escribir una poesía que hable de las huellas tal vez abandonadas, como su alma en suave y fugaz espera, como su desaliento tan oprimido y opacado, como su tormento que jamás ha sido menguado, como su horizonte tan largamente anhelado y tan desconocido como el destino de abrazar los cuerpos amados, que por siempre le han sido negados.
Y es así que en ese espejo se va creando la imagen subjetiva y abstracta del mundo, llevando en su impronta la máscara mordaz del poeta, que con sus letras va re descubriendo la vida, como un antiguo torbellino va llevándose las almas, que intentan abrazarse a él y no sucumbir al paroxismo del devenir poético.
Luego las palabras nacen, con alas, con vida, a veces son un destello de luz, izado como un estandarte, a veces son puñales de dolor punzante mutilando las almas, que yacen en un grito debajo, en las profundidades del abismo.
Y se quiebra la noche y el aire se ha de disfrazar de mariposas, a veces el amor lleva el tormento en sus alforjas, y a veces se empantana en el camino llorando como un niño, deshojando margaritas.
A veces el amor lleva pasiones, que florecen en los cuerpos olvidados de sí mismo, y se siembra la semilla, haciéndose fértil el suelo y el átomo renace, y el tiempo se detiene hasta alguna hora, que nadie más sabe, hasta alguna hora que ha de sentenciar cuanto ha de durar el romanticismo, y hasta donde se han de plasmar las sublimes letras de los poemarios perdidos, porque ellos huyen, porque ellos se esconden, porque ellos sangran el dolor, temiendo ser reveladas sus letras al implacable olvido, temiendo sus letras ser derrotadas por el insoportable hastío.
A veces el poeta cansado ya de su soledad abandona el camino porque siente muy lejanos los te quiero, los te amo, que jamás podrán contemplarse en su mirada.
Pero nunca, ni el cielo ni el infierno podrán detener su pasión desenfrenada llamada poesía.
Consciente de su tormento el poeta regresará una y otra vez a la inevitable soledad que ha de acariciar su alma, porque sabe que ella contiene el elixir que mantiene la lozanía de su inspirada prosa, impregnando sus letras de jóvenes pasiones, desbocadas como corceles en noches de vigilias, esperando el antiguo llamado de sus doncellas, y las serenas pasiones de sus príncipes, esperando un inocente beso que les devuelva la vida.
Mientras ella, la poesía, se interna en lo profundo del mar sin ahogarse, y se oculta en el centro de los activos volcanes sin quemarse.
Toma las alas, alcanza el viento y no ha de temerle a la lluvia que puede arrasarle.
Quizás por eso el poeta tiene algo de valiente y quijotesco yendo contra los molinos de viento, y le dona su voz silenciosa a todo aquello que el mundo he de callar por cobardía.
El poeta plasma su poesía en un papel, porque quizás sabe que así el mundo jamás podrá quebrarse.
Sus letras son testigo fiel de un mundo ciego, sordo y traidor, que busca evitar las palabras, porque solo sabe mentir, es testigo fiel, de un mundo que con sus acciones busca acabar con el amor, sin tener la más mínima compasión, ni el más mínimo respeto.
El poeta es guardián de un linaje que se expresa con el idioma abstracto de los ángeles, pero a veces ha de engañar al mismísimo diablo, prosando su propia rebeldía, su poesía es el testimonio de quién siempre ha de expresarse con el más puro lenguaje que ha de habitar en su corazón siendo éste el engranaje para seguir viviendo sin saber si aún queda mucho, o queda ya poco de éste largo viaje, de saberse luz, de saberse piel y de viajar por siempre sin ningún equipaje, que pueda protegerle del dolor, que la tormenta del océano y el viento puedan llegar a causarle.
Berkanaluz
D.R.
www.alasrotaspoesia.blogspot.com
La imagen fue tomada de internet
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